No suelo escribir para inyectar moralidad a
los demás, por si a mi –que no me tengo por perfecto, ni mucho menos-, me puede
hacer falta en algunos momentos, pero, estoy convencido que si no damos un giro
a nuestra actitudes en la vida, acabaremos mal.
Hoy no importan las formas y cuando nos
conviene, nos saltamos las normas, porque nuestro egoísmo está por encima del
bien. No nos damos cuenta de que las cosas que hacemos mal –y todos sabemos
cuales son-, repercuten en los demás de forma negativa y hacen que tengan de
nosotros una imagen nada recomendable. Ya sé que este discurso puede ser
interpretado como una lata, pero, espero que al menos alguno/a de los que lo
lean, reflexione un poco si la forma en que actúa a diario, es la correcta y si
le conviene a la larga seguir por ese camino.
Se habla mucho de la crisis de valores que
padecemos cuando, para mí, en el noventa por ciento de las ocasiones, es simple
egoísmo personal los que nos impele a hacer las cosas mal. Analizando las
noticias, comentarios y barbaridades varias que se ven en televisión, o se leen
en los periódicos, se puede ver esto que estoy diciendo. Anteponemos nuestros
intereses al bien común, consiguiendo con ello que la sociedad, sea un maremágnum
de intereses contrapuestos, que llevan permanentemente al conflicto. Es más que
necesario que cambiemos, si no queremos que un día este país se convierta (si
no lo es ya) en una olla a presión, que acabe estallando en algo más que
manifestaciones callejeras. En este sentido, los primeros que deben actuar –y detrás
de ellos, sin excusa, los demás-, son los poderes públicos. Ellos, más que
nadie, deben entender que no tienen otra misión, que la de hacer las cosas para
el bien de la sociedad. Hasta ahora mismo, lo que viene sucediendo –creo
que no soy el único que lo piensa-, es que de una u otra manera, actúan para el
bien de unos pocos poderosos, que, normalmente, tienen ya más que suficiente
para vivir. El reparto de la riqueza, por medio de medidas sociales, es lo
único que podría permitir que esto cambiara. Hay mil maneras de hacerlo y si no
se lleva a cabo, es porque no se quiere. Si a esto le añadimos que encima, no
se permite protestar, es cuando llegaremos a la olla exprés. No sería de extrañar
que cualquier día viéramos o viviéramos una situación límite y desesperada, que
llevara a una persona a hacer alguna barbaridad. Luego nos conformaremos con
decir “A esto lleva la desesperación”, y a otra cosa mariposa.
FRASE: Si no vives como debes,
morirás como no quieres
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